Paco de Lucía, guitarrista flamenco, hijo
predilecto de las provincias de Cádiz y Algeciras, premio Príncipe de Asturias
de las Artes, doctor honoris
causa por la Berklee College of Boston, emblema de la
renovación y explosión mundial del flamenco, falleció repentinamente ayer
en las playas de Cancún a los 66 años.
Francisco Sánchez Gómez de nacimiento o, Paco, el de Lucía, como era reconocido en Andalucía, pues en este lugar de España se reconoce a los hijos con el nombre de la madre, nace el 21 de diciembre de 1947 en el pueblo gaditano de Algeciras, tomando por primera vez una guitarra a los siete años, de la mano de su padre y luego de su hermano mayor.
Reconocido mundialmente por
sus talentos, logró fusionar el ritmo flamenco con el jazz, la bossa nova o
incluso la música clásica, tocando con músicos de reconocimiento mundial como
Al Di Meola o John McLaughin. Es sabido que en el flamenco en general, y
con Paco de Lucía en particular, al igual que con el jazz, la melodía y el
ritmo son dos elementos que forman una sincronía inseparable que logra contar
historias sin decir una palabra. El flamenco bien del sur de España, sin
ninguna mancha del proceso de expansión global (mal hecho) del género, aquél que solo Paco
de Lucía puede hacer que se aplauda tanto en Madrid como en algún teatro de Tokio, es capaz de hacer que llueva en el salón y que el corazón muera
y se renueve al compás de la guitarra y el cajón.
Ver, o escuchar, a Paco de
Lucía, fue y será una experiencia casi mística. La guitarra de Paco se
tuerce, se expande y se contrae. Se arremolina y frena de golpe, vuelve a
comenzar con una narrativa inigualable. Sabe cuando debe relucir y cuando debe
esconderse bajo la sombra de los músicos que lo acompañan, solo para renacer de
la oscuridad y retomar la narrativa inigualable del flamenco, que nos lleva por
senderos dulces y tormentosos.
Escuchar a Paco de Lucía es
realizar un viaje por cuarenta años de carrera y más de doscientos de este
folclore que nos invita a recorrer la historia de una región sin dejar un
teatro o, por lo que nos acontece hoy, el living de nuestra casa.
Encontrarse con Paco de Lucía
no es encontrarse con una leyenda de otra época, pues no es quien vino a
inventar el flamenco. Es encontrarse con un tiburón que lucha contra una costa
llena de peces grandes pero tibios. Encontrar a Paco de Lucía es, en
definitiva, encontrarse a alguien que si bien no invento el flamenco, después
de cuarenta años toreando a la guitarra, creando un mito que seguirá más vivo que nunca, lo reinventó.
Hoy, desde este blog, le
decimos adiós a quien supo ganarse el apodo de tiburón de Algeciras, por la fiereza con la que se cargó un
género casi extinto al hombro y lo llevó al mundo, y por venir de las costas de
un pueblo diminuto del sur de España.